Cantemos al Señor, sublime es su victoria:
caballos y jinetes arrojó en el mar.
Mi fortaleza y mi canto es el Señor,
él es mi salvación:
él es mi Dios, y yo lo alabaré,
es el Dios de mis padres, y yo le cantaré. R.
El Señor es un guerrero, su nombre es el Señor.
Precipitó en el mar los carros del faraón
y a sus guerreros;
ahogó en el Mar Rojo a sus mejores capitanes. R.
Las olas los cubrieron,
cayeron ahsta el fondo, como piedras.
Señor, tu diestra brilla por su fuerza,
tu diestra, Señor, tritura al enemigo. R.
Tú lleva a tu pueblo
para plantarlo en el monte que le diste en herencia,
en el lugar que convertiste en tu morada,
en el santuario qeu construyeron tus manos.
Tú, Señor, reinarás para siempre. R.